El charlatán

06.05.2019

Soma

Aturdido en el espacio, tu espejo cruje.

La voz en off de tus ojos frota en el relente la escarcha hueca

y (a paso tendido en el inocente) es fiebre.

Cada especie única, por entonces, revertía el soma.

Me hablan las lenguas, decía,

nutrientes de escrache,

savia de su esencia noble, estéril, nueva...

¿Cuándo mis huellas se concentran en lo tenebroso o mis pupilas nunca reptan?

No son más que soliloquios,

una maniobra sin conversaciones austeras.

Mil fatuas relamidas se someten a un enchufe,

y ahora qué ─dice la lancha con el motor fuera de boca.

Los denuedos, cuerpos desnudos en la lobreguez,

a un día o dos de distancia,

me asaltan en los desiertos,

en los temores,

temblores imperfectos por las lluvias.

Abre el hambre un látigo de interior,

prisión de adentro, señor,

todos tus ojos en off:

el motivo de lo salvaje.

Seria arteria en lodazales

con pies descalzos pisa el suelo frío,

con sed de arte intenta otra vez

y el tintineo de la materia descompuesta

nubla la orfebrería sonora.

Surcos de piedra el muro clausuran,

su estrecha sombra, ruptura de miasma

que desvirtúa.


Oscuro presagio

Superstición incauta:

la carta jugada en una partida.

Ahora o antes, los días son como estrofas malditas de una canción,

te abraza un deshielo en una escafandra de narcóticos

y las luces titilan en el corredor mojado con cal.

Entonces, se abre un oscuro presagio.

De noche aparece el mendigo único del mundo,

absorto por los desmanes y manjares ajenos al progreso.

Abro la boca y sale un clavel.

No es demasiado tentáculo la despedida de este antro,

es un compendio de atlas,

una persecución de gemas violentas en los montículos sordos.


Montículo

Mientras descubro el genio oculto

los vientos desbordan opulencias,

cristales rotos, empapados de sudor agrio.

Comprendo el silencio,

a veces lo entiendo: un mantra de haberes,

saberes recónditos,

retorcidos de oxido y minerales.

Me han dicho cosas horrendas que estallan en la llanura

en una distancia aproximada a la legua

y la lengua,

ese montículo espantosamente heredado,

estorba.

Quisiera arrancarla como a una muela sin huella de su existencia

y seríamos libres, claro;

quizás, porque todo es una gran hipótesis suya.

Todo está atravesado ensuciado/sucio por su culpa/ella.

En el borde, tan precipitado,

se ve su perfil,

el contorno bebible de su soma,

el borde específico,

cientificista,

me insta a la esencia

y cruje en los espesos sueños.


Fatales venenos

Detrás del viento

tus ojos,

estercolero de dioses hacinados,

que fueron asesinados por esponjas de bromuro.

Y llego al fin a un sin número de herrumbres,

colapso de calipsos,

feldespato arrojado al fuego

se funde en tus pestañas

y así vivo,

como un endemoniado,

como el silencioso príncipe de largas soledades,

como el grave tumulto de los días y las horas veraniegas en invierno.

Pierdo en vos las cúspides calcídicas,

los fatales venenos sudorosos,

en abiertas venas de energía

las noches se entumecen

afiebradas

por mil dunas de un desierto

y la penumbra.


Luna nueva

Ligero pliegue el siempre poseído espacio,

tu amo sueña con estar en las estrellas,

estelas estelares,

lúcuma anfibia.

La fiebre arrebata una corbata raída,

el traje de un...

Son esas sienes,

presagios de poseso,

procesos vacíos,

miel empotrada en las curvas,

luna nueva.


Las hormigas

Tensión desorden,

gritos clandestinos en los intestinos

y las hormigas,

formidables y bebibles caireles,

repueblan el hemisferio infinitesimal errante

y se asoman victoriosas

al espanto medular de la memoria vieja.


Árbitro de lo remoto

Laxo espejo,

árbitro de lo remoto,

el sino

del soma

se asoma a usted y le dice así:

-racimos de obediencia se alejan y despiertan toda la confusión.

Ahora entiendo el significado,

Hombre huevo.

Metales lascivos encuentran la bienvenida

a la morada de los que sobreviven,

de nuevo espejo

y reflejo opaco repentino,

queda vedado lo visto,

lo dicho

y escuchado.


Estructura

"Existe una cierta noción de estructura en Marte,

la/el hablante está lo suficientemente definido/a como para

guiarnos en la construcción de oraciones propias;

en partículas, expresiones libres que pueden

-según sean dichas-

ser nuevas para ellas/ellos

y para otras personitas".

Acta de las primeras experiencias con bromuro y narcóticos de acá:

"...los espacios se reducen a cuatro espejos neutros,

fomentos de sociedades muertas..."

El fantasma de un soma elemental

procura el destino de los fondos, fans, facetas,

las verdes llagas del poder,

el certificado.

Siempre es tiempo a destiempo, noche y día, oxidado.


Tus goznes

La carne cruje con cada ápice,

es el cuerpo el objeto directo en el cosmos.

Y el habla, ese universo privado, pequeño mundo,

detiene, embiste, toda atadura al sistema:

signo a silueta,

piedra a rajatabla.

Tus goznes,

goces e incendios.

Perturbado y doliente

el que mira y calla.


Tánatos

Corola y lúcuma,

tu habla-mueca se construye con espacios:


Titánico Tánatos

que nutre el futuro y escoge sus frutos,

dulces racimos violetas.

Muñeco articulado en planta baja,

situado, sitiado,

con la lengua atada al otro

y los huevos fritos.


Me hablo turbulento

Me digo mío/me hablo turbulento

y escojo al cojo,

su especie,

la clase de palabras,

sustituidos caireles,

peines sin dientes

y nucas vacías.

Habla niña,

sos mi sustento y armonía,

mi viento dulce

y de agonías mi suelo.

No destruyas la fantástica escena

y los ojos de nieve.


La sensación

Término tendido, temo tu traición,

me abandonás ahora y mañana (deícticos sorpresa)

dejo de

estar nublado

lado la mueca y comienzo: el show.

Siervo tv,

espejo de porcelana, unívoco,

receta sin z

es la sensación.


Tentáculos

Es tormenta el cielo digerido

y los ampulosos tentáculos,

carpetas de felpa,

falopa fratricida.

Yo que oí:

─La muerte es cosa de otros.

Yo que oí:

─La suerte viene y va.

¿Será que el sol o empieza en la vereda desdichada?

Gusano alado, bebé ya la sangre del abuelo

y los rincones abonados/abandonados.


Residuales

La escena se repite:

la lengua desatada arroba @ sedimentos

y spoilea un fantasma,

con sus gestos transparentes con la meta,

enganchado en la cometa desflecada.

Timbres lejanos reciben residuales

residuos orgánicos, rotundos filamentos.

No encuentro otro/a,

no digo mente

no me olvides.


A tientas el tino

El cúmulo,

montículo y tentáculo,

perdura en hora buena.

A tientas el tino,

enchufe en tinieblas.

La palabra sangre no es roja y el

cuerpo que cruje

se sostiene sonámbulo.

A tientas el tino,

enchufe en tinieblas.

Me sé capaz ahora

tal vez noise,

conectores acotados,

piernas sueltas, dolores activos,

en fin, el final

repentino se acelera.

A tientas el tino,

enchufe en tinieblas,

a tientas y tiembla,

a tientas el tino...


Las formas

El día es el tinte mágico de algunos contornos envenenados.

En su sino está la concentración espontánea de las formas,

como un abanico de perplejidades no determinadas.

Así, un sulfúrico emitir de claridades

encuentra paz en la luz que muere.

Hoy vi a la luna en pleno día.

Era una luna clara, casi sin fisuras,

sólo una parte permaneció oculta

todo el tiempo que estuve observándola.

Pero, de todas maneras,

pude ver, porque estaba ahí,

su forma completa, circular, perfecta.

Nada parece detener el reloj que avanza sin cesar (tic-tac)

una y otra vez, una y otra vez, una y otra...

Con los basaltos senderos al abrigo del mundo,

estaban las noches del infierno,

sus poderes ensordecedores y las pupilas al solapado tiesto.

Todavía puedo soñar ─pensé de pronto─ con el futuro y su verdad;

con las culminadas huellas de un grifo o fantasma,

con los dientes cromados y las sardinas vegetales.

Un sueño, sólo uno recuerdo:

Un hombre corre en la claridad del día,

corre sin detenerse,

corre como un atleta en plena carrera.

La luz del día es diáfana y estimulante,

el hombre piensa: "¿a dónde quiero llegar?",

la meta está lejos,

en un rincón de su cabeza.


Periferias

Entonces yo me arbitro

para sostener convenciones

o, a veces, posiciones en el campo de batalla.

El núcleo ausente recibe igual a sus modificadores y

yo periferia,

los sortilegios de la vid,

el pozo alucinado en las nociones básicas,

los nombres perdidos

de las cosas.

Hacer de este universo un lugar de periferias,

de pobres segundones.

La pelea por el sentido

(contenido en una taza

o en el significante que lo complementa)

es a muerte.

Digo que me extingo

y ya no queda una sola palabra que me contenga

o al menos

que tenga lástima de mí.


Mis nombres

Cruzo al sol, su voz

mortuoria

y especulo con decir

que al fin

un duelo eterno

emerge del culo del mundo.

Mis nombres son la antesala del infierno,

limbo-dante, espéculo

crujiente, miseria de

hombre nulo, armazón

de tortugo petrificado.


Rasgos distintivos

Tus voces goznes no dicen

ni mienten.

Te desova la sopa de pescado

y el remedio de la abuela en agonía

espera en la repisa los días venideros.

Una palabra,

cargada embarazada, rebosante, hinchada de significado,

explota y mil esquirlas

(haces de rasgos distintivos)

te salpican la camisa.


El costado peligroso

Un siglo,

ciclo venidero,

dos manos,

universo/unívoco,

brota de mí.

Una canción que estruja entre sus

piernas la cándida dádiva;

la esperanza de estar en esta casa

y abrazarla

y decir que nadie es uno

y pensar que todo es nada.

Una mañana

despierta el epicentro del sonido que

enquistado en el costado peligroso

abre la boca y salen mariposas.


Ágrafo terreno

Sí ─como el argentino afirma en El Golem─,

somos prisioneros en una red de sonidos:

esta casa que me habita es mi lengua

y está okupada.

Los otros inquilinos no saben lo que cuesta

ser parte de lo íntimo, del soma/espíritu

o muñeco articulado.

Quiero morderme la casa

y que sangre amorfa la foca,

la boca donde duermo,

donde me tragan.

Sangre y lengua se confunden

y ensucian

el ágrafo terreno.


Voces violentas

Dos voces de fuego se cruzan

violentas

los días de tormenta

y cuando sale el sol

todo es quietud,

apaciguamiento,

calma.

Sinfonía de cristales,

campanitas y encierros,

lentamente ralea el sótano y la sonata,

tan específica, tan descalificada.

No el viento es

su devenir sonoro.

La magia de nombrar inventa su propio universo,

lo hace posible.

Sólo los hombres pelean por inventar,

en fin, son capaces de cualquier cosa.


Lastar los pasos

A la hora de la espera

el espejo se ha quebrado ya.

Hace rato.

No en mí

sino en lastar los pasos de alguien más:

mis súplicas, tus miedos, las combinaciones...

Desde el cielo,

las pupilas públicas de lenguas muertas,

los encierros más lejanos,

manojos de uvas.

Es decir,

esas remesas de sentido

se alejan de la tierra firme,

desperdigados cinchos/cinchas.

─¿Dónde acaba esto?


Vidente natural

Terminó el evento

convento externo,

visión.

Las remilgadas estacas sonoras

se te clavan en los ojos

y te estrujan la lengua, la muela, y hasta la médula

si quieren.

La luz es tenue el tino,

tinto o bordó,

despojo necesario,

remilgue,

remiendo de aventura macabra,

tabú, tótem, devoción.


Alondras por el parque

Ahora mi tiempo, necio.

Ojo de araña,

olfato de abeja.

Rosa es finge, lengua madre.

Espejo de la vida,

anfibia fibra después de un núcleo

(sustantivo o muerto),

los peces se ahogan en Manhattan,

las ranas, pocas

por ahora,

croan y no paran de croar: "Bla bla bla..."

Mi espíritu, a salvo,

ha atravesado el espejo,

se cuecen habas en la cocina

y hay alondras por el parque.

Una canción,

sus estrofas malditas intentan disuadirme,

son su canto de nereidas edades de piedra,

son ruidos,

nerviosas interferencias,

el paulatino (inter)cambio.  


2016

Hernán Tenorio - Textos literarios
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